Entre la cirrosis y la sobredosis andas siempre muñeca, con tu sucia camisa y en lugar de sonrisa, una especie de mueca. ¿Cómo no recordarte hace apenas dos años? Cuando eras la princesa de la boca de fresa, cuando tenías aún esa forma de hacerme daño. Cúantas veces hubiera dado la vida entera porque tú me pidieras llevarte el equipaje. ¿Cómo no ibas a verte envuelta en una muerte con asalto a farmacia? ¿Con qué ley condenarte, si somos juez y parte todos de tus andanzas? Sigue con tus movidas, pero no pidas que me pase la vida pagándote fianzas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario